Qué tiene que ver nuestro paso por la poco conocida Ipoh y la turística Cameron Highlands, con una película de animación de 1983 ? Todo y nada como siempre (?). Aquella película trataba de magia, la misma que hizo falta para soportar pasar de los 15 grados de de una ciudad a los 40 de la otra, en menos de 2 horas.
Nuestro agradecimiento a The Police, por dedicarnos esta canción, que obviamente habla de los campos de té de Cameron Highlands y el abrasador calor de Ipoh:
Cameron Highlands: quién nos pasa la bufanda?
Quién iba a saber qué deberíamos sacar el abrigo de la mochila ? Qué la temperatura mal iba a llegar a los 20 grados y que de noche haría falta dormir con frazada ? Cualquier turista normal, salvo nosotros que no creemos en las mentiras de Google (?). Al estar a mayor altura y rodeada de montañas, Cameron Highlands tiene un clima que no nos había tocado desde que llegamos a Asia (salvo por la etapa de Nepal, claro).
Colonizada por los británicos, cuando no, para ellos debía ser un lugar cálido inclusive. Punto turístico desde hace años, hoy conviven chinos, indios, malayos y muchos, muchos turistas. Qué vienen a hacer ? Lo que todos: confirmar que los indios no usan desodorante tampoco acá y que los chinos gritan en todos lados maravillarse con Mossy, una selva milenaria y hábitat de una vegetación única. Algo más ? Claro que si. Vale la pena ? Va el debate…
Frío, excusa ideal para hacer poco
El grueso del turismo hace todo en un día cuando visita Cameron Highlands. Nosotros, sumado al recorrido tradicional, teníamos más en nuestra lista. Dormir siesta, tomar café y robar buen internet. Es fácil escribir boludeces, lo difícil es subir las fotos.
Ya descansados y cafeinizados (?), nos dedicamos a recorrer y comer, actividades oficiales de los Dos En El Camino.
Invernaderos de frutillas
Junto con hongos y tés, la principal producción de la zona. No mucho más que lo que ya habíamos visto en Dalat. Nos sigue llamando la atención lo caro de las fresas (traducción para los amigos del norte). Y lo otro llamativo es que la gran atracción es pagar por recoger uno mismo las fresas (USD 8 el medio kilo). Qué sigue ? Ir a un restaurante y pagar por cocinar nuestro propio plato ?
Gunung Brinchang y Mossy Forest
El pico más elevado de la zona, supera los 2000 metros, y con un camino bastante malo para llegar. Lo hicimos en 4×4 y como me senté con el conductor, Dany pudo disfrutar verme sufrir una conversación de horas sobre autos. Todos saben lo fanático que soy del tema.
Salvo mosquitos, la selva tiene de todo, pero principalmente una abundante flora. Se hacen excursiones como la que hicimos en Taman Negara, pero más cómodas ya que casi todo el recorrido está señalizado.

En un recorrido básico se puede apreciar la milenaria floresta y la riqueza de su vegetación, pero lamentablemente no mucho más. Y según especialistas (como nosotros), Taman Negara le gana por K.O.
Plantaciones de te
Si, claramente la estrella. Para ver en cualquier horario y clima sin defraudarse. A las increíbles vistas de las plantaciones, se le suma poder conocer como es la producción del té y tomar uno con vista a esas cautivantes extensiones verdes.
Es una de las visitas que podríamos repetir en otros lados. Seguramente hay palabras para describir tanta belleza, pero lamentablemente las desconozco. Nada mejor que las fotos para explicarlo.
Bonus track I: un pastel no se le niega a nadie
La frase que da origen al título no es exactamente así, pero sirve para el contexto. Qué mejor que compartir un delicioso té recién cosechado y una porción de pastel mirando la línea verde del horizonte junto a la persona qué uno quiere ? Nadie puede negarse, salvo Dany. Su vil excusa ? «nada que tenga fideos, coco, gelatina, leche condensada y frijoles rojos puede llamarse torta».
Eso si, la misma que reclamaba sobre la torta, es la que disfrutaba pisotear mi linaje italiano (?), tomando un «café blanco». Qué es ? Granos de café tostados con manteca, endulzado con leche condensada. Huelga cualquier comentario.
Para que no se queje, recreamos parte de nuestro viaje por India comiendo en cuanto restaurante hindú se nos cruzó por delante. Y la ciudad tenía muchos, por cierto.
Ipoh: en tu cara, Kuala Lumpur !
Dos horas de bus y pasamos del frío invernal a un calor de órdago. De verde vegetación a gris ciudad. De un universo de turistas a ser los únicos dos que se bajaron del bus. Por qué lo elegimos ? Porque Ipoh sería nuestra escala intermedia antes de cruzar a las islas Pangkor. Qué esperábamos ? No mucho, por eso la sorpresa al encontrar esta llamativa perla en medio de nuestro viaje.
Más qué solo un patrimonio de la humanidad
El recorrido estándar de Ipoh para los cuatro turistas que la visitan comprende el casco antiguo (patrimonio de la humanidad según UNESCO), algunas edificaciones puntuales con reminiscencias británicas y grandes mezquitas que vigilan la ciudad con sus torres y sonoros rezos.
Y si, llama la atención. En un día, sin contar el corte obligatorio al mediodía por el intolerable calor, se puede recorrer lo más tradicional.
Visitamos Concubine Lane, donde desde 1907 los chinos ricos y oficiales británicos tenían a sus amantes y prostitutas, hoy devenido en un paseo de negocios chinos con tintes hipsters. Pese a esto, el aire colonial de su arquitectura conserva ese toque distintivo que la torna atractiva.
Pasamos por la terminal de trenes, obviamente realizada por los ingleses. Nos recordó mucho a la de Mumbai, sirve como referencia y para echarles en cara que también estuvimos de recorrida por Mumbai.
El resto, como habíamos dicho, más casco antiguo y mezquitas. No nos tocó hora del rezo por lo cual la ciudad estaba tan desolada que podia pasar por un capítulo de «The Walking Dead».
Nota adicional para la comida china que encontramos por todos lados. Mucho más cercana a la verdadera y no a la de exportación. Nos dimos cuenta no solo porque estaba lleno de chinos comiendo sino porque casi no conocíamos ningún plato.
Tiemblan las cuevas de Batu, les salió competencia
Cuando la gente piensa en Kuala Lumpur, piensa en las cuevas de Batu. Y está bien, es su sello distintivo. A nosotros nos gustaron pero nos sacaron de quicio los turistas (como si nosotros fuéramos malayos de pura cepa, claro).
En el escaso detallado análisis previo sobre Ipoh vimos que tenían unos templos dentro de cavernas, al mejor estilo Batu, así que a eso dedicamos un segundo día. Y la curiosidad mata al gato y embaraza a la mujer recompensa a los turistas arriesgados. Lo que encontramos nos fascinó.
Sam Poh Tong
Arrancamos por el templo Sam Poh Tong. Un gran jardín estilo japonés plagado de peces y tras adentrarnos en una cueva, salimos a un nuevo espacio verde interno. Lo completaba una laguna plagada de tortugas de todos los tamaños posibles. Y lo mejor: silencio absoluto ya que estábamos más solos que Peña Nieto en el día del amigo.
Nam Thean
Nuestra segunda escala, Nam Thean, otro templo dentro de una cueva. Estuvo bien, mucho más para Dany que evitó subir 332 escalones y llegar a un lugar cerrado sin vista alguna. Eso si, no subió pero se burló de mi que aún estoy reponiéndome del esfuerzo.
Ling Seng Tong
Muy cercano a Nam Thean encontramos Ling Seng Tong. Podríamos decir que parecía más un parque temático que un templo ? Si Marvel decidiera hacer algo, debería inspirarse en lo que vimos. Rozando lo bizarro.
Kek Lok Tong
Si Ipoh ya nos había convencido con lo visto, el paso por Kek Lok Tong lo rubricaría. Entramos a una gigantesca y silenciosa cueva, parte de una pared de montañas verdes. Por dentro, estalactitas nos decían que veíamos el resultado del trabajo de la naturaleza tras millones de años. Salíamos del otro lado de la caverna cuando comentábamos lo contentos que estábamos de haber llegado hasta allí… cuando nos sorprendió un inmenso jardín, custodiado por montañas. Una gran laguna central, árboles en las partes exteriores, patos y flores. Y lo mejor: todo ese paraíso para nosotros. Sentí que podíamos ser Adán y Eva, hasta que Dany me dijo que nadie quería ver a un señor de más de 40 años en pecho.
Agua para apagar el incendio
Dejamos el frío de Cameron Highlands por el calor de Ipoh y ahora, canjeamos esta ciudad que tanto nos sorprendió, por un poco de playa. Partimos para las Islas Pangkor, otro destino elegido a dedo cuidadosamente seleccionado.
Nos vamos con una sonrisa. Porque nos gustó lo que vimos, porque seguimos viajando y no nos podemos quejar, hasta ahora siempre encontramos justificaciones para seguir sonriendo.
Más motivos para sonreír ? En las cuentas de Dany acá y acá.