En Bali nos sentimos como la supuesta familia de Giovanni Ribisi en una de nuestras series preferidas. El los engaña haciéndose pasar por un pariente y demoran hasta descubrir que es un preso sin ningún tipo de vínculo. En un parecido que hiela la sangre, Bali nos hizo creer que era una ciudad y nos llevó una eternidad descubrir que en realidad… es toda una isla.
Va el agradecimiento a Queen, quien claramente basó este tema pensando nuestra recorrida por Bali, donde compartimos viaje con Diane, Maxime y Florence, compinches franceses del paso por Java, los geniales Nico y María, aquellos que conocimos en Vietnam, la española Pili y la uruguaya Eri, con las que nos unió Facebook y los templos recorridos, además de Fabrizio y Benedetta, fantástica pareja chilo-italiana (?) con quienes al charlar, pareciera que las horas duran 20 minutos. Amigos del camino, cada uno en su medida, nos dan la certeza que no nos equivocamos al tomar la decisión de viajar.
Bali, la ciudad inexistente
Ya lo saben, los traslados en Indonesia no son precisamente coser y cantar (que tampoco nos parece fácil, bah). Asumimos la derrota de no ir al volcán Ijen, quizás no veamos su fuego azul pero el tampoco sentirá el fuego de las entrañas de Dany. Tras dos minutos un concienzudo análisis nos decantamos por Bali. Sueño de muchos, anhelo de unos cuantos, hacia allí iríamos.
Los problemas comenzaron cuando no encontramos pasajes «a Bali». Y se convirtió en algo definitivamente complejo cuando descubrimos que… no existía la ciudad de Bali. Qué ? Y las playas ? Y los atardeceres soñados por los honeymooners de las películas baratas de Adam Sandler ? Golpe al desconocimiento corazón: Bali es una isla, no una ciudad. Cómo no nos avisó nadie ? Vamos a despedir a varios empleados !
Finalmente, con solo 15 minutos de taxi, 3 horas de tren, 1 hora de ferry, 3 horas de van y otra hora en taxi, llegamos a Ubud, ciudad en el corazón de Bali. Qué no conocen Ubud ? Por favor, tienen menos geografía que los ingleses haciendo mapas.
Ubud, otra Playa del Carmen
Según la parte mexicana del dúo, la ciudad de Ubud tiene fuertes reminiscencias a su Playa del Carmen natal. Los únicos locales son los que atienden. El resto, turistas de todos los rincones. Quizás Ubud es peor porque sobran franceses y faltan argentinos.
Muchísimos comercios, todos orientados al turista, infinidad de bares y restaurantes al mejor estilo Palermo en Buenos Aires y precios que en algunos casos, harían palidecer a un alemán adinerado (y eso que ya son pálidos).
Ubud es una ciudad relativamente extensa, pero al mismo tiempo «caminable». Si bien hay que ir a las afueras para lo más turístico, su interior permite sorprenderse con una arquitectura hinduista, ofrendas cada pocos metros y con un silencio que va en contraposición a la cantidad de turismo que la inunda.
Nos alojamos en un hostal que contagiaba armonía y tranquilidad. Un pequeño estanque central con infinidad de coloridas carpas y abundante vegetación circundante. Difícil creer que estuviéramos a escasos metros de la zona turística. A la comodidad del lugar se le sumó un buen desayuno y la chance de tener vecinos como Fabrizio y Benedetta, qué más podíamos pedir ? Nada más que ver a River campeón y quemar la bombonera.
Ah, además de desayunar pancakes de banana mirando los peces, almorzar comida balinesa en nuestro warung predilecto y cenar pizza en horno de leña, recorrimos.
Monkey Forest
Una reserva natural plagada de pequeños y bien cuidados monos, casi inofensivos. Un corazón verde donde son amos y señores, aunque centenas de turistas circulen diariamente. Hay que reconocer que conserva aires de selva. Ojalá sus pequeños habitantes se sientan tan cómodos como nosotros (aunque por más grande que sea, no deja de ser una jaula).
- Nico sin sombrero es tan irreconocible que debería tener otro nombre
Arrozales de Campuhan
No fueron los arrozales que más nos sorprendieron, pero como siempre, el camino gratifica más que el destino. Disfrutamos la caminata a nuestro ritmo (lo cual implica parar cada 5 minutos y quejarse de algo).
- Qué foto natural ! (?)
- Mi cara obligado a sonreir
Arrozales de Tegalalang
Más arrozales ? Si, más. Junto con las plantaciones de té, un volcán activo y un plato de chiles en nogada, una de las vistas más bellas que recordamos. Si bien estos eran abiertamente turistas, no perdían su encanto. Ni siquiera cuando a mitad de camino aparecían locales clausurando nuestra recorrida y gentilmente exigiendo una donación para permitir el paso. Hace falta decir que no solo no pagamos sino que buscamos caminos alternativos para eludirlos y luego pasar a saludarlos ?
Tirta Empul
Un templo balines reconocido por su agua sagrada, donde miles de hinduistas peregrinan para purificarse y muchos miles más, pero de turistas, peregrinan para sacarles fotos y bañarse también. No tanto por tener las mismas creencias sino para poder contar algo con tintes místicos al regresar a sus hogares.
Si, obvio que nos metimos al agua. O que íbamos a contar a nuestro regreso ?
Tirta Gangga
De un templo de agua, a un templo con agua. Un antiguo palacio real, no tan llamativo por el palacio en si como por el jardín que lo precede. Da la sensación de caminar sobre el agua, rodeado de «fornidos» peces multicolores (para no decir gordos sobrealimentados y ser más inclusivo).
Una excelente visita para todo aquel que disfrute de la típica foto de Instagram o ver decenas de turistas chinos sacándose fotos con diferentes atuendos.
Templo Besakih
Un complejo de 22 templos en la ladera del monte Agung ? El templo más grande y sagrado de Bali ? Por el 10% de lo que cuesta ir a Angkor Wat, Prambanan o Borobudur ? Me anoto !
Podríamos contar que es un santuario con 7 estancias que representan las capas del universo. O que uno puede perderse y a cada paso encontrar pequeñas maravillas que quitan el aire, sin turistas molestando. Preferimos dejar que las fotos cuenten al menos lo que vimos, lo que sentimos no podemos ponerlo en palabras con tanta facilidad.
- Siempre tan trendy
- Amor de primavera
- Bue…
- Quién es el afectuoso en la pareja?
Bonus track: Danza clásica o clásica desvergonzada ?
Asistir a una danza típica balinesa dentro de un templo, es turístico. Lo sabemos. Pero Nico y María insistieron con que valía la pena (y tenían razón). Claro, ellos lo apreciaban como espectadores. Uno de nosotros, el cual prefiero proteger su identidad (y no soy yo), prefirió ser parte.
Reconozcamos su valor, tanto como el mío al decirle «ni se te ocurra» a la bailarina que se acercó a pedirme que suba al escenario.
- Loca…
- y loca.
La rueda mágica sigue girando
Podríamos habernos quedado algún día más en Ubud, sin dudas. De hecho, mientras Dany subía fotos y fotos, tras definir nuestro próximo paso, quedó flotando en el aire esa sensación. Bali no es playas, no es lugar de la foto idílica buscadora de likes ni un masificado reducto turístico. O mejor, es eso y mucho más. Es historia, cultura y calma. No conocimos todo, no alcanzaría una vida para hacerlo. Pero sumamos otro lugar que dejamos con una sonrisa por haber permitido que lo conozcamos. Al menos un reflejo, una imagen para que atesoremos hasta la próxima vez. Y si no hay ? Bueno, igualmente agradecidos.