Parece que fue ayer cuando llegamos a Bucarest, dudando de dedicar solo una semana a la ciudad, mientras otros decían que era un exceso y que con unos días bastaba para conocer toda Rumania. Pasó el tiempo y un día nos tocó despedirnos, con Timisoara y Craiova como últimas etapas de un cuento que no fue de terror como Dracula sino pintoresco como uno de Disney. Aunque técnicamente, hablamos de una compañía que considera tierno a un ratón y tiene congelado a su difunto creador.
Antes de relatar lo que fue el último eslabón, les compartimos como fue el circuito:
Casi 1500 kilómetros, 28 días, 8 ciudades, 6 trenes y 1 bus. A pasitos de las fronteras de Hungría y Serbia, que preferimos dejarlas para una próxima aventura. Nos cuesta resumir, pero si quisiéramos expresar nuestro sentimiento tras la recorrida rumana, creemos que las sonrisas hablan por nosotros.
En qué pensábamos cuando organizamos Timisoara ?
No seremos los más lindos pero tenemos experiencia en viajes. No destacaremos por nuestra inteligencia, pero sabemos sobre turismo. La bondad no es nuestro fuerte pero pregunten lo que quieran sobre como organizar una recorrida. Y sumado a todo, nosotros jamás perdimos en Madrid una Final Eterna. Dicho esto, aun nos preguntamos que nos pasó en Timisoara.
Alquilamos un apartamento lejos de lo turístico, en un barrio sin transporte público. Y si uno cree que lo peor era eso o que estaba en un 3er piso por escalera es porque se olvidó del 6to piso por escalera de El Cairo porque no vio el apartamento por dentro. Un monoambiente con el baño más incómodo que nos tocó en nuestra vida (y estuvimos en India, así que algo sabemos de baños incómodos). Había que ser un Tetris humano para usarlo. Ah ! El sofá cama se hundía del lado de Dany 🤨…
Pero basta de quejas. Si no lo hicieron los timisvarenses (si, se dice así) habiendo sido víctimas del dictador Ceaușescu durante la época comunista, qué vamos a reclamar nosotros ? Una ciudad que fue clave con su protesta estudiantil devenida en revuelta popular. Cuenta la historia que pese a la violencia del aparato del Estado, que trajo muertes y heridos, estos eventos marcaron el comienzo de la revolución rumana, desencadenando reclamos en todo el país. Este punto de inflexión en la historia de Rumania condujo a la caída del régimen comunista.
Ahora si, olvidamos el paso en falso inmobiliario en Timisoara y vamos a lo que importa. Valió la pena tener que bañarse durante días con un duchador de mano ?
Recorriendo la pequeña Viena
Se ve que otros tienen más inventiva que nosotros y así bautizaron a Timisoara. Sin entrar en comparaciones, diremos que la Plaza Unirii (si, acá también se llama así), es una de las más lindas que vimos en Rumania.
Nos paramos en el centro y empezamos a ver lo que nos rodea. Encontramos una catedral católica y una ortodoxa, que sigue picando en punta a la hora de nuestras preferencias. También están la colorida Casa Bruck, de inicios del siglo pasado y el Museo de Arte, un imponente edificio barroco (al que obviamente no entramos). Las calles que la circundan, imperdibles peatonales.
Siguiendo con plazas y pasajes , toca turno a la de la Libertad y la calle Alba Iulia, perfecta para un café mirando a la Catedral Ortodoxa. 11 campanarios y los colores oscuros característicos en los murales de su interior. De ahí, caminando hasta una nueva plaza. La de la Victoria, con la Ópera a un lado y la estatua de la Loba Capitalina en el centro. Para muchos, esta plaza es la más emocionante porque es donde se inició la revuelta contra el comunismo que comentamos.
Dejamos para el final los paseos por la orilla del Rio Begej que se alarga más allá de Timisoara e incluso Rumania y se interna hasta Serbia. Y como verde nunca falta por estos lados, encontramos parques como el Central o Rozelor pero que no les dimos el uso habitual porque tuvimos días en los que casi todo el tiempo parecía que iba a llover.
Craiova y el principio del fin
Nos encantan los títulos alarmistas, así sea para contar que tras Timisoara, llega Craiova, la última ciudad a descubrir antes de despedirnos de Rumania.
Para conocer un poco la historia de la ciudad, hay que retroceder hasta los dacios, que fueron conquistados por los romanos, como casi todos en Europa. Estos la llamaron Pelandova y recién pasó a ser Craiova cuando se hizo parte del Principado de Valaquia (realeza como la inglesa pero sin una reina que viva casi 100 años). Claro que el afecto por la monarquía duró poco y durante la Revolución de Valaquia de 1848, Craiova fue base de levantamientos y protestas.
Durante la era comunista, experimentó un fuerte crecimiento gracias a la industria automotriz. «Automobile Craiova» producía autazos (?) bajo la marca Dacia y se convirtió en un símbolo de la ciudad.
Tras todo este aburrimiento atroz recorrido histórico y recordando que todo esto va al examen de fin de año, pasamos a conocer la ciudad.
Tres días para tres horas
Los blogs hablan sobre «que ver en un día» o «un rato en Craiova». Nosotros nos tomamos tres días, al igual que en Timisoara, para seguramente ver menos que todos los demás. Gustos que uno se puede dar (?). Lo cierto es que el casco histórico es compacto y se camina en un rato.
Tomando como base la plaza de la Universidad, donde nos sentimos como en Cluj rodeados de gente joven como uno (?), podemos ir al teatro nacional. Siguiendo por las peatonales adoquinadas y pequeños parques, llegamos a la Plaza Mihai Viteazu y su fuente. Obviamente hay museos como el de historia o el de arte, así como monumentos que se repiten en el país (a la revolución de 1907 y a la independencia). Pero si elegimos el ícono que nos llevamos de Craiova, será la Catedral de San Demetrio. Cuando no, ortodoxa. Construida en 1490, renovada en 1653 y demolida en 1889. No, no vimos escombros, la rehicieron el siglo pasado.
Y como este viaje es un cuento, ya pasó el «érase una vez…» y toca el «colorín, colorado» porque se va cerrando la Etapa Rumania. Hora de buscar nuevos desafíos !
Bonus Track I: Delicias del Camino
Los blogs hablaban sobre tener cuidado en Rumania. Que la mafia rondaba las calles, que la noche era peligrosa. No encontramos nada de eso. Pero como siempre hay que tener alguna anécdota para exagerar contar, el extenso trayecto entre Timisoara y Craiova nos dio alimento. Al principio pensamos que los dos que se habían sentado frente a nosotros eran extenuados trabajadores de algún país cercano. Pero cuando empezaron a moverse entre vagones y aparecían otros «amigos» circulando con miradas furtivas, algo sospechamos de Chompiras y el Botija. Y cuando uno de ellos comenzó a drogarse delante nuestro y sin que nadie del tren dijera ni «mu», sagazmente empezamos a creer que no eran simples laburantes.
Como no tememos a nada ni nadie… nos cambiamos de lugar. Por ver un joven arruinando su vida con substancias tóxicas ? Debido al riesgo de ser rapiñados en pleno viaje ? Por no querer quedar involucrados en turbios asuntos ? No, simplemente porque uno de ellos se quitó los zapatos. Un camembert de 1924 hubiera olido mejor que esos pies. Nuestra seguridad no nos preocupa, nuestro olfato si.
Bonus Track II: De lo usado a lo vintage
Si algo nos sorprendió de Rumania, es la cantidad de locales de venta de ropa usada en perfecto estado. Si lo hubiéramos visto en cualquier otro local, diríamos que era ropa nueva. Algo que es usual en Francia o Inglaterra, pero que con la excusa de ser «vintage» lo venden tanto o más caro que lo nuevo. En Rumania, valores increíblemente accesibles (y todo el mundo compra).
Últimas pinceladas
Se va terminando nuestro paso por Rumania, que alguna vez pareció que su final era tan inalcanzable como el horizonte. Llegamos llenos de dudas y nos vamos con la mochila a tope de historias y caminos. Volvemos a Bucarest solo por una noche y empezamos a mentalizarnos para un nuevo país y recorrida que esperemos sea igual de mágica. Estará Bulgaria dispuesta a abrirle los brazos a estos Dos En El Camino ?
Turno de visitar a Dany en sus redes y esperar lo que viene. Nosotros seguiremos contando los pasos, poco nos importa llegar. Chau, hasta el próximo posteo.