Mié. Sep 18th, 2024

Tom Hanks se metió en un volcán. La Roca sobrevoló un terremoto. Naomi Watts se aguantó un tsunami. Con Hollywood de su lado, cualquiera es héroe. Pero que harían esas estrellas frente a 3 tornados, 1 huracán y una ciudad totalmente a oscuras ? Tallahassee nos mostró su lado más oscuro (literal, no se veía ni la pista de aterrizaje) y nosotros la enfrentamos con el valor y la enjundia que nos caracteriza. Además, no teníamos como salir de ahí.

Tallahassee, desastres naturales y todo en medio de un pantano

El vuelo que nos llevaba a la capital de Florida tuvo incontables cambios de horario y lo único que nos decían era que llovía en Tallahassee. «Llovía», caraduras … la ciudad estaba siendo azotada por el peor desastre climático de su historia.

Algo percibimos cuando el avión se acercaba a un aeropuerto del cual solo se veían las líneas de aterrizaje. Y nada más, ni siquiera al hacer el acercamiento logramos divisar la ciudad. «Debe estar lejos», pensamos optimistas. Al bajar, la realidad nos golpeó como a un bostero que pasa cerca del Estadio Santiago Bernabeu. Logramos llegar a destino porque el aeropuerto contaba con un grupo electrógeno propio, algo que no sucedía con el resto de la ciudad. Totalmente entendible, ya que jamás habían vivido una situación similar en más de 200 años de historia.

Si encontrar un taxi fue un milagro, llegar a la casa fue una odisea. Oscuridad total, grandes lagunas en medio de las calles. Sin semáforos, ni un foco de luz encendido en las calles. Árboles caídos por doquier, el cableado de la ciudad, por el piso junto con los postes que los sostenían originalmente. Una ciudad arrasada.

El taxi nos dejó donde pudo, porque el caos le impedía continuar. Llegamos casi de casualidad y guiándonos por la luz de nuestros celulares, pero llegamos. Nos reímos por la situación, por la anécdota y porque era irónico estar en una de las potencias del mundo preguntándonos cuantas horas demoraría la electricidad en estar disponible. Ilusos.

La mañana siguiente nos dio un baño de realidad. La ciudad entera estaba sin luz. Ningún comercio abierto. Ni los supermercados. Nadie sabía cuando se podría retornar a la normalidad, algunos hablaban de «un par de días». Mientras tanto, empezamos a ver el caos y las desgracias. No solo pérdidas materiales y el temor a los saqueos. 200.000 habitantes e historias con un denominador común: desesperanza.

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Habían caído árboles a derecha e izquierda de nuestro techo y encima de los autos de la puerta. La fortuna quiso que llegásemos minutos después que terminara la tormenta y que, si bien carecíamos de luz, tuviésemos al menos donde dormir. Miles de habitantes de Tallahassee no podían decir lo mismo. Habían debido abandonar sus hogares con lo básico, lo indispensable.

Un único supermercado abrió al día siguiente ya que contaba con grupo electrógeno. Filas para comprar comida hecha (como cocinar en un lugar donde todo es eléctrico?) y aprovechar algún enchufe de pared para los celulares, cuya mayoría tampoco tenía acceso a internet.

No había suficientes empresas para reparar tanto daño por lo cual tuvieron que traer de otros estados para acelerar la recuperación. Como detalle, el Estado se hizo cargo de levantar postes y reparar cables, salvo que estos hubiesen caído sobre las casas. Eso es propiedad privada y responsabilidad de los propietarios. Bienvenidos al capitalismo.

Estuvimos 4 días sin luz y cerca de 10 sin internet, arreglándonos con los lugares que de a poco iban regularizando su situación. A 2kms encontramos un Starbucks que no tenía internet, pero si enchufes. O un food truck con generador que nos compartía energía. Y todo en pleno verano en USA, en una ciudad que es un pozo, un pantano en medio de Florida.

Como no hay corte de luz que dure 100 años, todo volvió a la normalidad (salvo el insufrible calor) y nos pudimos acomodar para terminar nuestros 43 días en Tallahassee recordando el inicio como una lejana pesadilla, algo que parecía irreal cuando lo pensábamos.

Pero… por qué 43 días ? Por qué Tallahassee ? Qué había en la ciudad que decidimos penar antes que partir ?

Una ciudad universitaria a la que no fuimos por la universidad

Originalmente un asentamiento indio (de ahí el nombre, que significa «viejos campos»), a los que hoy recuerdan en algún equipo como mascota porque a los que estaban en estas tierras los arrasaron. Sede de la FSU, la capital de Florida no nos mostró mucho más. Salvo una creciente cantidad de homeless y lo que ya sabemos del resto del país: sin auto no se puede hacer nada. Y por eso, no hicimos nada, no solo por vagos.

Entonces, por qué caímos en este pantano en el que hasta los cocodrilos prefieren manejar a quemarse las patas con el cemento ardiendo ? La respuesta se encuentra en nuestra actividad paralela: Jasper, Tigger y Leroy. Un perro y dos gatos demasiado inteligentes para ser un perro y dos gatos.

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No queremos decir que si en lugar de estas mascotas hubiéramos tenido otras más molestas nuestra estadía hubiera sido una tortura, pero… estamos acostumbrados a ciudades chicas y con poco para hacer, las tenemos incorporadas. El clima, ese calor húmedo con días que superaban holgadamente los 40 grados a cualquier hora, sin verde cerca y hasta con pocos espacios donde caminar, hubiera sido demasiado. Eso si, si pudiéramos, volveríamos. Y no sería por Jasper, Tigger o Leroy. Ni por ver nuevamente la cara da Dany cuando se cruzaba con nuestros vecinos que fumaban marihuana todo el día en la puerta o salían con la tobillera electrónica.

De 0 a 100, de Tallahasse a New York

Dejamos atrás la música country (aunque la ciudad diera más para hip hop o rap por su composición) y nos pasamos a la electrónica, 0 algo más techno. O a lo que quieran, porque New York no es solo las luminarias de Times Square. Es más que la icónica estatua de la libertad. O el Empire State y las Torres Gemelas. Es una mezcla de todo y todos. De pasado y futuro, de ellos y de todos los de otros lados.

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Por primera (y quizás última) vez, nos instalamos en New Jersey. En West New York, barrio absolutamente latino y que nos permitió conocer un Estado al que solo habíamos ido de pasada en busca de ofertas. Llegar a NY podía llevar entre 25 minutos y 1 hora, dependiendo del tráfico (más la espera del bus, que no es de puntualidad japonesa). Demasiado y más para verano.

Para seguir con la película que fue nuestro paso por USA, en New York coincidimos con la hinchada argentina, presente por la Copa América. Y si, fútbol, Argentina e hinchas, espectáculo asegurado.

Llevábamos unos años sin visitar La Gran Manzana. Más allá que alguno de nosotros estaba más ansioso que el otro por volver (por «alguno» me refiero a Dany) y si bien siempre hay cosas por hacer en esta clase de ciudades, fue un buen paso. Ojalá podamos volver más adelante y quien dice, con una estadía más extensa. O porque no, como parte de nuestro siempre postergado «viaje costa a costa en auto».

De 100 a o, de Estados Unidos a Albania

Atrás quedó Tallahassee y por el espejo retrovisor se va alejando New York. Cruzamos el Atlántico, paramos momentáneamente en Londres y levantamos vuelo para atravesar Europa y aterrizar en Albania. Nos espera Tirana (no la tirana, esa va conmigo) y luego a bajar las pulsaciones. Una extensa estadía en la playa. Si, lo sabemos. Nuestra vida es terrible, pero le ponemos el pecho y la vivimos sin quejas.

Este blog viene con un atraso récord, pero Dany en sus redes suele estar al día. Y no se asusten por nuestros saltos de países y de continentes. No sabemos dónde vamos pero tenemos un camino. Chau, hasta el próximo posteo.